Imagen: Woman Reading, 1874–1884 – Édouard Manet
Ana Basilio
MANIFIESTO BACANAL
I
Búscame en el interior del drenaje
con los ojos secos.
Toca ahí,
muy adentro.
Palpa.
Toma mi cabeza
ábreme la boca,
boca que se arrastra sobre muros
muros que hablan sin tacto.
Sí,
préstate para mentiras imposibles
sueños desvanecidos en agujeros negros
mientras yo bajo,
para alabar al triángulo que pisan tus pies.
Espesa a tu lengua
aún,
soy un coágulo en tu boca.
II
Descubierta Ofelia del sol
no puedo contemplarme.
Hay paredes invisibles, les llaman ojos.
Ciérralos,
ciérralos.
Abre tu piel.
Muéstrate.
III
Somos un sueño entrelazado en una tabla,
un juego de espíritus que gimen al diablo.
Dios pone las reglas,
nos rompen el cuerpo.
Sangras para recordar tu viveza,
sueñas para salir del tablero.
Comes para servir a tus amos
esclavos de la vida,
idiotas que repiten lo que ya está escrito,
bufones con zapatos.
La risa fue inventada para sentirse bien cuando estás atado.
No puedes percatarte de nada,
los círculos del tiempo se han trazado.
Los cielos corren mientras canta el ruiseñor,
los pájaros cantan el lenguaje prohibido de dios.
Las aves predicen nuestra caída,
pero sólo oímos una sola voz.
La percepción es un océano,
ahógate, sálvate.
Vístete por última vez de ser humano.
Aúlla,
rompe las capas de la atmósfera
para llegar a ti,
para que no sea suficiente
volver a sangrar.
Ahógate.
El tiempo es el velo de la trampa mayor.
Mírate.
Descúbrenos.
Eres la vena que rompieron en mis brazos,
sorbo etéreo de poder ilimitado.
Sexo ileso dibujado por rosas.
No somos parte de nada.
El día en que abras los kilómetros de tu rostro
arderás de salmos a través de tu ventana,
porque lo sabes,
somos hologramas
y tú,
no existes más.